viernes, 16 de enero de 2009


Encerrada en mi torre de marfil, la soledad del cuarto del hotel, bajo el peso de mi propia ley perdí, mi propia ley que es roce de tu piel.
Esperándote con ansia en plaza Francia, la fragancia de tu rosa en mi pellejo, que no pude borrar en 5 días, malditas despedidas, me están volviendo vieja.
En mi cárcel de cristal, te espero, mas allá del bien y del mal, te quiero. Con mi tarjeta dorada no me puedo comprar nada, el amor no se puede pagar.
Saco pecho y camino por el techo, otra vez va a ser mejor comprarlo hecho al amor.

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